Ventanas aspilleras, matacanes y almenas

Como hemos publicado recientemente en un medio local, fruto de un trabajo de investigación aún no finalizado sobre las torres de defensa de Castelldefels emprendido hace un tiempo con mi amigo el arqueólogo Xavier Solé, estamos tratando de entender el funcionamiento de las mismas, así como de sus masías o los sistemas defensivos del castillo de Castelldefels.

MATACANES CORONANDO LAS FORTIFICACIONES
Para ello hay que estudiar, por ejemplo, sus matacanes, que son esa estructura que permite defender desde la parte superior de una torre o recinto fortificado los puntos débiles de su base, mediante una pared vertical externa pero muy cercana al muro (tapando a los defensores de forma más o menos segura). Dicha estructura está sostenida como un voladizo continuo alrededor de toda la torre o castillo (o sólo se sitúa de forma concreta sobre las partes más vulnerables), y esa estructura en vuelo, tanto su parte de arriba como la de abajo, están perforadas, permitiendo el lanzamiento de proyectiles verticalmente o de líquidos hirviendo como sistema protección frente a los agresores. En Castelldefels sólo vemos matacanes en sus torres (y en un sólo caso, uno decorativo de tipo caja o aislado que se encuentra sobre la puerta del castillo que da acceso al patio de armas). Los matacanes de las torres son de dos tipos, o corridos -rodean la torre- o bien en caja (aislados), situados sólo sobre ventanas o puertas, para defenderlas a éstas. Ejemplo del primer tipo (corridos) serían los de la torre de la masía de Ca la Goma y la torre de can Rosés, o la torre de Climent Savall.De los tres tipos de los que habla la Wikipedia, los casos de Castelldefels vemos que son sobre ménsulas, sin arcos entre ellos (salvo unos muy pequeños en la torre de Climent Savall).

De tipo caja tenemos como ejemplo el de la torre de Can Roca de Baix, o el la torre de Gabriel Folcher (o la de Can Valls, de la Muntanyeta, que ahora no es visible pero seguro que lo tuvo sobre su puerta en el siglo XVI).

El resto de torres no parece haber tenido matacanes nunca (torre Fael, torre de Can Vinyes, torre Barona, torre d'Antoni y torre de Cal Moliner).

ALMENAS EN TORRES O EN EL CASTILLO DE CASTELLDEFLS
Las almenas durante la Edad Media y en los siglos XVI o XVII no fueron nada frecuentes en Castelldefels ni en el castillo (sólo hubo allí unas en la parte de la iglesia fortificada en el siglo XV y, siglos después, en la restauración historicista de 1897 de Manuel Girona), ni tampoco fueron comunes en las torres de defensa del siglo XIV ni en las del XVI.Sólo hay dos torres almenadas, con almenas con una forma muy concreta triangular. Se ven en la torre Fael o en la de Climent Savall.

Quizás también estuvieran en algún momento en la Torre Barona, tal como se ve en un plano de 1851, aunque en uno anterior de fines del XVIIII dichas almenas no se ven- (ver nota 1) (las que ahora se ven sobre la de Gabriel Folcher fueron añadidas en una restauración del pasado siglo XX). Las tres torres de mediados del siglo XIV que se ven en la ciudad, tampoco tiene almenas ni parece que jamás las hayan tenido (ni en la torre llamada ahora Moruna, ni en la llamada actualmente de Guaita ni en la del castillo de su flanco sur).

Al no haber almenas, no hubo adarves o pasos de ronda por la parte interior del coronamiento de las murallas, que en general fueron más bien techos que no terrazas, salvo excepciones en algunas torres (o salvo el construido en la puerta de acceso al patio de armas en 1897, como elemento decorativo).

ASPILLERAS
En el presente caso, hablaremos especialmente de las aspilleras, elementos que encontramos tanto en torres, como masías como en el castillo.

Las aspilleras son una especie de ventanas sumamente estrechas. Son esas aperturas en los muros de las torres, masías o castillos, mucho más estrechas que las ventanas que tienen a veces cerca y originalmente sin ningún tipo de vidrio ni cierre de ventana o contraventana.

Las hay verticales y las hay apaisadas. Servían para que en el interior de la torre o edificio se apostara un tirador para defenderla con un arma de fuego, ballesta o arco ante un ataque exterior, quedando en una situación más segura, al ser difícil apuntarle bien y darle desde fuera. Especialmente con las armas poco precisas de los siglos XVI o XVII.

El desconocimiento de bibliografía al respecto sobre las mismas, no nos facilita la labor, pero la gran cantidad de torres de defensa construidas en la segunda mitad del siglo XVI en Castelldefels, entre el año 1550 y el 1583, todas ellas levantadas sin duda de la mano de maestros de obra con conocimientos de defensa militar (y en la mayoría de casos relativamente especializados) sí nos ayuda. El estudio de las mismas nos sirve para entenderlas, tras aprender algo sobre las armas de fuego de la época.

Recordar en este punto, que durante la guerra civil catalana el castillo de Castelldefels y el del Eramprunyà ya habían sido atacados con una bombarda (llamada Anthonia), por lo que el maestro de obras que trabajó en el nuevo edificio sin duda debió pensar en sistemas para hacer frente a la eventualidad de un nuevo ataque con ese mismo tipo de arma de fuego.

Así mismo cabe pensar que tanto la reforma del castillo como la construcción de las torres de defensa estuvieron pensadas no tanto para luchar contra ejércitos convencionales, sino contra posibles ataques de corsarios que atacaban reiteradamente la costa catalana y española.

Recordar también que en el siglo XVI la artillería de un cierto tamaño era de un uso engorroso. Su transporte no era sencillo, mediante caballos o animales de tiro, que se debían mover para ello por carreteras que muchas veces no facilitaban nada la movilidad, por lo que en todo caso sólo algunas bombardas de hasta un cierto tamaño se solían desplazar en los combates (en sitios largos, como el de los turcos a Bizancio si se desplazó y se construyó in situ una potente artillería).

Pero eso no quedaba al alcance de los barcos corsarios que atacaban Castelldefels... Desembarcar piezas de artillería desde los barcos a barcas que los acercaran a la tierra, transportarlos sin animales de tiro sobre la arena hasta llegar al pueblo a más de un kilómetro de distancia, para armarlos, usarlos y tras su uso hacer lo mismo pero de vuelta al barco, era mucho esfuerzo, que debía ralentizar toda la operación y daba tiempo a la llegada de los somatenes de otros pueblos de la comarca, de tropas militares o incluso de las galeras de la Generalitat de Cataluña desde el puerto de Barcelona

Por el corto tiempo en el que se levantaron las torres (las tres de planta cuadrada del castillo en 1550, la torre d'Antoni en 1558, la torre de Climent Savall en 1559, la torre de Gabriel Folcher en 1560, y en la década siguiente el resto, hasta llegar en 1583 a la torre Barona y muy poco después la torre de base redonda del castillo, la más alta y visible) y por la tipología de las mismas (hay muchas similitudes entre muchas de ellas, como especialmente las dos torres casi gemelas de base redonda y matacán corrido por toda la parte superior de Ca la Goma y Can Rosés -Gavà-, y sin aspilleras apaisadas o troneras), probablemente fueron las mismas fruto de la labor de diferentes maestros de obras, que quizás no excedieron de tres o cuatro para las diez torres.

Vemos por lo general dos tipos de aspilleras:
Las verticales, con aberturas muy estrechas -mucho más altas que anchas- en los muros para poder disparar al exterior a través de ellas. Eran más amplias en su parte interior, y estaban pensadas para ser usadas con armas portátiles -de no mucho peso- cargadas por la persona que defendía la torre.

Podían estar a media altura en muchos casos, para facilitar el disparo con las armas portátiles, pero sin embargo, en Castelldefels vemos que a menudo se sitúan justo sobre el suelo del piso en el que se encuentran, como si la posición de disparo fuera esa, desde el suelo, y no de pie. Tenemos muchos casos y ejemplos, como las de la torre de Cal Moliner (se observa claramente en su piso superior o en las que se ven bajo o sobre ventanas), las de la masía de Ca La Goma (imagen a continuación) o en las de la parte superior de Can Valls,


En Ca La Goma, se pueden ver tanto en la imagen de arriba, de hacia el año 2000, como en la de abajo -de hacia 1890-, aspilleras verticales tanto en la masía como en su torre de defensa. Se observa también como las de la masía están bajo la ventana (que también es del siglo XVI) y en la torre sin embargo están a la misma altura que las ventanas del siglo XVIII (fecha probable). Ni la torre ni la masía tienen aspilleras apaisadas, como tampoco las tiene Can Rosés (una torre casi idéntica), en Gavà.

Imagen de 1890, seguramente
Aspillera de la torre de Ca la Goma (2020), desde dentro. Se observa la mayor amplitud de la boca de la misma por el interior, lo que facilita el apuntar con poco riesgo desde el interior a la derecha o izquierda de la misma, o hacia arriba o hacia abajo. En este caso, la aspillera queda a una altura de medio cuerpo.

Aspillera de la torre de Ca la Goma (2020), desde dentro -llena de guano de palomas-. Se observa que está en el suelo, en una posición muy baja.

Se observa en la fachada frontal de la torre las aspilleras a cada lado de los ventanucos, de datación imprecisa. En Can Rosés la estructura es muy similar y la piedra allí son de arenisca rojiza. Quizás sean del siglo XVI, como el resto, aunque estilísticamente no tienen nada que ver con las ventanitas d otras torres del mismo momento. Las ventanas y estas aspilleras están a media altura, pero no justo sobre el suelo, como si lo están otras o las de la masía.

Foto de 1927

Las aspilleras de la masía no son visibles desde el interior, por estar la pared pintada, pero su posición queda justo sobre el suelo del primer piso, bajo la ventana.

Can Rosés (Gavà)

y las ​apaisadas, que tienen su mayor dimensión en sentido horizontal y suelen ser más grandes de boca y no excesivamente estrechas. A veces se las conoce como troneras, tomando la palabra del mundo de los barcos.

Aspilleras apaisadas en la torre de Climent Savall, se puede observar que ambas quedaban justo sobre el suelo, por debajo de la altura de las ventanas de esa planta.

Las aspilleras apaisadas son invertidas en Castelldefels, es decir, son más anchas por la parte exterior que por la interior del muro o pared. Se puede ver en la imagen de arriba o en las de Can Valls.

Eso puede sorprender algo al que las observa, dado que cualquier disparo desde el exterior que impactara en la parte exterior de la apertura, se colaría más fácilmente en su interior. Cierto. Pero para armas de cierto peso y calibre era indispensable hacerlo así, así como también es verdad que la obertura estrecha apaisada y protegida que finalmente seguía habiendo, continuaba dificultando mucho los impactos directos de los tiradores de fuera (aunque no los de rebote de las balas o proyectiles). Pero sin duda, el manejo de bombardas de tamaño pequeño exigía ese tipo de apertura en el muro, y por otro lado los disparos que alcanzaran de rebote el interior, podrían herir más o menos gravemente, pero por lo general dificultaban el matar con facilidad a la persona defensora.

Su uso debía estar destinado a armas de fuego no portátiles y no fácilmente movibles si no era por la boca de fuego (punta delantera del arma), pero no por la trasera, donde estaba la cureña o armazón de sostenimiento de la pieza por tener un mayor peso. 

 
El tubo metálico del arma se debería poder mover de derecha a izquierda de la obertura (aunque no en sentido vertical, por lo que las armas no servían para tiros indirectos, con grandes ángulos o abombados, sólo directos). De hecho, ante lla evolución ddel armamento, en la actualidad ya no se usan las aspilleras delgadas, sino sólo las apaisadas invertidas, como se ve en la usada en el castillo para controlar a las personas detenidas allí en 1938.

Por todo ello se debían situar a muy escasa altura sobre el suelo, lo que hace que la obertura al exterior de la mayor parte de estas aspilleras apaisadas esté justo por encima del suelo, ya que la pieza descansaba sobre el mismo o sobre algún tipo de armazón o cureña baja. La munición empleada hasta el siglo xvii consistía normalmente en bolas de piedra o metal, adecuadas para derribar muros o atacar barcos en el mar, pero con muy poco efecto sobre la infantería o caballería o sobre los ataques a pie de corsarios (la imprecisión era notable), más allá de asustar a los caballos o asaltantes. A partir de finales del XVII ya empezaron a desarrollarse balas de cañón explosivas, pero no se desarrollaron realmente hasta el siglo XVIII. El manejo de la artillería en el XVI y XVII nunca fue cómodo, por otra parte, siendo muy inseguro su disparo.

Pasa igual con las modernas casamatas o búnkeres para piezas de artillería de cierto tamaño o para ametralladoras pesadas, al ser la obertura invertida, se facilita el disparo desde el interior.

Nota 1: Tal vez todas las almenas de forma triangular de los tres edificios fueran de mediados del siglo XIX, y no originales del XVI, habiendo desaparecido las de la torre Barona por algún motivo. En cualquier caso, el tema amerita un estudio más serio que estas cuatro líneas, pero es posible que ninguna de las tres torres tuviera tampoco almenas en el siglo XVI.

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