María Fuste Safont, su hermano Manuel y su marido Pere Casadevall

La familia Fusté – Safont eran los masoveros del conjunto patrimonial del castillo desde aproximadamente la época de su compra por Manuel Girona a finales del siglo XIX, y vivieron en una vivienda junto al castillo durante la Guerra Civil. Desde el siglo XVIII, posiblemente, en el entorno del castillo había crecido un pequeño barrio con viviendas de particulares, cuya numeración en algunas partes del conjunto del castillo aún es visible. Algunos viajeros nos hablan de dichas casas en el siglo XIX.

Maria Fusté en los años cuarenta, en la plaza de la iglesia de Castelldefels. Ella está de pie, y es la segunda por la izquierda. (Familia Casadevall Fusté)

Maria y Manuel Fusté Safont habían nacido allí, junto al castillo, unos pocos años antes del inicio de la Guerra Civil. Maria, llegada al mundo el 17 de noviembre de 1931 (y que residió hasta su muerte el 31 de marzo de 2022 en la calle del Pintor Serrasanta núm. 3 de Castelldefels, junto al antiguo colegio Lluis Vives, ahora conocido como Edificio de la República), tenía cuatro años en el inicio del conflicto armado y poco más de siete cuando finalizó, mientras que su hermano, nacido el 8 de marzo de 1934, tenía casi cinco cuando éste acabó. En mis reuniones con ellos se acordaban a veces más de impresiones que de hechos concretos, dada la edad que tenían en aquel tiempo.
 
Manuel Fusté Safont y su hermana María, según él y ella me han explicado que recordaban, sí que fueron testigos de los excesos que se cometieron en la iglesia, así como en la antigua rectoría (muy cercanas a su casa), oyendo gritos de angustia y de sed de las personas allí detenidas en tiempos de las Brigadas Internacionales, a partir de fines de marzo de 1938, cuando tenían respectivamente cuatro y seis años y medio.

María recordaba el maltrato a los presos en una entrevista que le hizo Forssmann: «¡Les pegaban unas palizas!… Oíamos cómo lloraban. Nos pedían agua sin parar. Colocábamos unas sillas encima de otras y mi tío se subía sobre ellas para pasarles agua a través de una estrecha ventana», e incluso aseguraba que en una ocasión su familia vio a un preso muerto: «Los guardas dijeron que se había caído desde lo alto de un torreón, pero nadie se lo creía. A ese chico lo tiraron y luego lo enterraron fuera del castillo. En cambio, asesinaron a unos tres o cuatro presos y sabemos que los enterraron en el recinto del castillo: a la entrada había dos tumbas y un poco más arriba, junto al escenario [lugar en el que se celebran conciertos en el castillo desde el año 1960], dos más»[1].

Forssmann recoge así mismo la memoria de María Fusté Safont sobre aquellos sucesos en otra de sus publicaciones «En una pequeña vivienda junto a la Plaza de la Iglesia de Castelldefels vive, sola, la octogenaria María Fusté. Su testimonio es tremendamente valioso. La anciana nació y residió junto a su familia en el castillo, hasta mediados de los años 40, cuando se trasladó al domicilio actual. Antes de que estallara la Guerra Civil sus abuelos habían sido masovers (masoveros) de la familia Girona: la abuela era la doncella del senyoret (el señorito, así lo llamaban) y el abuelo el mozo de caballerizas. Ahí se conocieron y ahí se casaron. Vivían en una masía situada junto a la capilla y tenían animales y campos de cultivo en los terrenos aledaños. La cosecha se partía a medias con el amo, a la antigua usanza feudal. La guerra sorprendió a María a los cinco años de edad; dos años después irrumpieron los brigadistas en el castillo. La familia Girona ya había emigrado a Francia. “Tengo muy malos recuerdos de mi infancia –explica María Fusté […]–, pasé mucha hambre y mucho miedo. Antes teníamos de todo: caballos, vacas, cerdos, gallinas, conejos… también teníamos campos, pero nos lo quitaron todo. Los primeros soldados eran tremendos, nos arrinconaron, nos confinaron en la masía”. De la abundancia a la escasez. María, cuenta cómo se vieron obligados a recoger algarrobas que luego hervían, se las comían y se bebían el líquido sobrante. “Y si íbamos a buscar agua al pozo y nos encontrábamos con los guardias, nos mandaban de nuevo adentro; teníamos que salir a buscarla por la noche”, recuerda»[2].

Manuel Fusté Safont no recordaba mucho de las dificultades de su familia durante aquel tiempo, debido a su corta edad entonces.

En el “Asunto del Preventorio de las B.I. en el castillo de Castelldefels” también se recoge la brutalidad de la relación entre la familia Fusté-Safont y la dirección de la prisión en la época de Lantez. En dicho informe, el escrito de Pietro Celli dice que contra dicha dirección de la Casa de Prevención «También hubo denuncia de parte de la familia que vive en el Castillo. El comandante quiso introducirse en ella y comer con maneras intimidatorias. Enseguida se creyó el dueño de la casa mandando con despotismo e invitando cuantos camaradas quería. Parece también que la intención de ello era la de aprovecharse de las dos chicas de la familia, las cuales no se dejaron influenciar, al contrario, no quisieron hacer más la comida para nadie. Desde entonces sistemáticamente del corral de esta casa desaparecieron gallinas, pichones y patos. La patrulla de noche ha visto y oído, pero ha tenido que callar como siempre. El Camarada Pastor como muchos más camaradas esperan ser interrogados para decir lo que saben, al igual que las chicas de la familia»[3]. Todo ello llevó a diversas detenciones el 1 de septiembre de 1938.

También vivieron mal tras la llegada el 24 de enero de 1939 a la ciudad y al castillo de las tropas franquistas de la 1ª Agrupación de la División 105 de infantería Cuerpo de Ejército Marroquí, que establecieron allí un pequeño cuartel temporalmente, lide-rado por el mismo general Yagüe*, en su marcha hacia Bar-celona (donde llegarían un par de días después, el 26 de enero).

Por algún motivo poco claro, parece ser que mataron a su abuelo: «El abuelo se fue en bicicleta hacia Gavà a buscar gaso-lina para un motor que teníamos en los campos donde ahora está el Frederic Mompou. Uno de los camiones lo siguió y lo atropelló. Fueron unos soldados que estaban en el castillo, donde nosotros vivíamos. Le cogieron manía o porque querían hacer daño, no sé el por qué»[4].

Maria Fusté recuerda que, una vez finalizada la contienda, fueron profanadas algunas tumbas por las dos mujeres de origen francés que vivían en el castillo en régimen de usufructo, las cuales seguramente buscaban algo de valor, según cree ella[5]. Sobre la ubicación de las mismas, indica Maria a veces lugares más o menos concretos, pero no se han hallado esas inhumaciones…

María y su marido, Pere Casadevall, y sus dos hijos, vivieron en su vivienda familiar junto a la iglesia del castillo hasta, más o menos, el año 1970, fecha en la que se fueron a vivir a la casa construida por Pere en la actual calle Pintor Serrasanta.

Pere, fallecido a inicios del actual siglo XXI, había nacido en la Argentina, país al que volvió para hacer su servicio militar, se casó con María al regresar, según me indicó Pere Casadevall hijo en una conversación el 5 de abril de 2022- Ayudó a Serrasanta, también nacido en Argentina, a realizar las pinturas murales de la Iglesia de la Virgen de la Salud de Castelldefels, en la plaza de la Iglesia, a finales de los años cuarenta e inicios de los cincuenta. El yeso sobre el que pintaron lo puso él, así como levantó los andamios que necesitó el artista para pintar. Pere era encargado de en la Rocalla, y trabajó en la iglesia en los fines de semana sobre todo. Parte de los materiales que sobraron de reconstruir la iglesia tras ser que-mada durante la Guerra Civil, los usó para levantar la casa en la que después vivió con su mujer e hijos. Pere hijo me explicó que el trabajo de hacer la casa duró varios años, y ellos bajaban muchos fines de semana desde el castillo a la casa en construcción para ver cómo la vista se iba levantando.
Pere Casadevall, padre, en los años cuarenta, sentado a la derecha de la imagen. Junto a él está a su izquierda el carpintero Julio Peris y en el centro de la foto Manuel Cubedo. (familia Casadevall Fusté)

Forssmann recoge el testimonio de Pere Casadevall, hijo, nacido en 1955 e hijo de Maria Fusté, que también da indicios de otra posible ubicación de restos humanos, aunque de modo poco seguro. Casadevall recuerda varias ‘cuevas’ en los alrededores del castillo. Una de ellas, indica Forssmann que «se ubicaba en la planta baja del castillo, junto al antiguo pozo, que tenía un brocal de piedra, pero que desapareció bajo el embaldosado actual»[6]. Casadevall le explicó que «La entrada a la cueva se encontraba al nivel del suelo y se descendía a través de unos escalones tallados en la tierra. Mi madre siempre nos decía que no nos metiéramos por ahí, pero nosotros entrábamos con linternas. La cavidad tenía una altura de 1,5 metros y una anchura de un metro, aproxima-damente. Ahí es donde mi hermano y yo encontramos restos óseos –y no eran de animales–, vainas, pedazos de rifles dela Guerra Civil y munición».

Sobre dicha cavidad Alberto López Mullor explicó a Forssmann[7] que «se trata de una fresquera [lugar en el que se guardaban los alimentos para conservarlos frescos] del siglo XVIII, a la cual se accedía por una puerta situada en la parte baja de la fachada sur de la rectoría, al lado del ábside sur de la iglesia. Se trataba de un pasillo que iba descendiendo hacia el sur y, como es habitual en este tipo de elementos, finalizaba en un compartimento de planta circular, cubierto con una especie de cúpula» . Pero él no encontró nada allí.

María Fusté colaboró activamente con la vida cultural de la ciudad, siendo una de las mujeres que impulsaron la agrupación sardanista, con las ‘ballades’ de los domingos por la tarde de los veranos y dando clases de formación sobre la misma en los centros educativos de la ciudad.



Maria Fusté dando una charla sobre sardanas en un centro educativo (Familia Casadevall Fusté)

También fue muy generosa con todas las personas que nos interesamos por conocer algo más sobre la historia de la ciudad, prestándose siempre a contar lo que recordaba sobre sus experiencias en el castillo que la vio nacer y sobre su ciudad en Castelldefels a lo largo del siglo XX y de los inicios del XXI.
Pere Casadevall y Maria Fusté con el político catalán Jordi Pujol. (Familia Casadevall Fusté)

Notas

[1] Forssmann, 2011b. Ver también Forssmann, 2013.

[2] Sobre la información de Manuel Fusté Safont, se basa en una entrevista hecha por el autor para Radio Castelldefels del 7 de abril de 2009 en el programa “Fem història”. Para los de María Fusté Safont ver Forssmann, 2011b.

[3] “Asunto del Preventorio de las B.I. en el castillo de Castelldefels” (1938) RGASPI 545-2-150: 5 (en lateral).

[4] Tal como en una visita al castillo María Fusté y su hijo mayor, Pere Casadevall, tuvieron la amabilidad de comentarme, y tal como se recoge en Forssmann, 2011A.

[5] Forssmann, 2011b. Ver también Forssmann, 2013.

[6] Forssmann, 2013. Según Alberto López «El brocal del pozo, en el que no se realizó ninguna excavación, estaba situado en un pequeño patio entre el nordeste de la iglesia y la casa rectoral. Actualmente, este patio es un espacio abierto que conecta con el exterior de la cabecera de la iglesia. El brocal se suprimió durante las obras de restauración, en los años 1994 y 1995, pero mi impresión es que no correspondía a ningún pozo, sino a una cisterna, una de las cuatro, de diversas épocas, que hemos documentado hasta ahora en el castillo»

[7] Forssmann, 2013.

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