Tratamos de sobreponernos,como podemos, tanto en lo social como en lo personal/familiar, a los efectos de la pandemia de la enfermedad COVID-19, provocada por el coronavirus SARS-CoV-2.
Mientras, vale la pena recordar tres gravísimas enfermedades de alcance mundial de hace cien años. Su paso por la ciudad de Castelldefels quedó registrado en tres certificados de defunción y en las actas de los plenos.
CASTELLDEFELS Y LA LLAMADA GRIPE ESPAÑOLA
En 1918 la pandemia de la gripe conocida como “española”, tuvo una altísima tasa de mortandad en todo el mundo, muy superior en víctimas a las de la Primera Guerra Mundial.
No existían vacunas. Recibió el nombre porque, al no estar España en guerra, los medios de comunicación españoles la trataron abiertamente, sin censura.
La padecieron con toda su virulencia muchísimos jóvenes y adultos, y no solo personas ancianas o niños y niñas. Incluso la sufrieron algunos animales domésticos como perros o gatos.
Quizás fue la peor pandemia de la historia, muchísimo peor que la actual. En sólo un año mató más de 20 millones de personas. Originada probablemente en los EE.UU. en 1918 (o fines de 1917), se propagó por Europa con las decenas de miles de soldados enviados por dicho país a luchar a nuestro continente durante la Primera Guerra Mundial.
España fue uno de los países europeos más afectados. Quizás hubo más de 200.000 muertes (147.114 según las cifras oficiales).
Al año siguiente, la enfermedad ya fue mucho menos virulenta y, en 1920, sólo hubo algún pequeño repunte.
En Castelldefels, con unos 350 habitantes entonces, se registró en el otoño de 1918 únicamente la muerte por gripe de tres jóvenes miembros de la familia Ayala Ayala, que procedía de Ceutí (Murcia) y vivían en la calle Mayor de Castelldefels.
Paula, de 27 años, murió el 20 de octubre, mientras que su hermano Antonio y su hermana Isabel lo hicieron el 22 del mismo mes, a las 10 y a las 11 h respectivamente.
En sus certificados de defunción, que firma el médico titular de Castelldefels, José Pujol, sólo se pone en todos los casos que era una gripe. Sin embargo, el segmento de edad de las personas fallecidas y la virulencia de la gripe que las atacó, hace pensar que las dos hermanas y el hermano fueron tres víctimas de la pandemia de gripe de ese año.
Uno de los cadáveres, el de Paula, presentaba además signos de descomposición y marginalmente, en su documento, figuran escritos a mano y a lápiz otros dos nombres, el de su hermana Isabel, que murió al cabo de un par de días, y el de Pascual Hurtado Martínez, del que no tenemos más datos, pero que quizás estaba también infectado.
En octubre Enrique Buixadós, de 32 años, y Dolores Planas de tres años murieron de neumonía (la segunda en la calle de la Iglesia, que no estamos seguro sea exactamente la actual, por ser su trazado actual posterior). No creemos fuera la misma gripe española, era frecuente morir de dicha enfermedad en aquellos años por lo que vemos por los certificados de defunción.
Las actas del pleno del Ayuntamiento no registran ningún comentario, ni preocupación, ni disposición por este tema; no debió percibirse como una grave amenaza por las autoridades municipales.
LA VIRUELA DE 1920
La viruela fue una enfermedad vírica infecciosa muy grave y contagiosa, que tenía un alto índice de letalidad (de alrededor del 50% de las personas afectadas).
El último caso de contagio natural en todo el mundo fue en 1977; en 1980, la Organización Mundial de la Salud certificó la erradicación de la enfermedad en todo el planeta.
La humanidad, gracias sobre todo a las vacunas, quedó libre entonces de una plaga conocida desde la antigüedad más remota. A quienes sobrevivían les dejaba cicatrices por todo su cuerpo y, en algunos casos, ceguera.
Hace justo un siglo la enfermedad visitó Castelldefels.
En el acta del pleno del 28 de marzo de 1920, que se debió celebrar como cada domingo en el edificio del ayuntamiento situado en la plaza Mayor de la ciudad, leemos como el alcalde, Salvador Viñas Raventós, indicaba que había llegado a su conocimiento que en la ciudad se había detectado algún caso de viruela, razón por la que había ordenado al médico titular que se pasase a reconocer los casos.
Debió haber varios. El ayuntamiento votó en favor de las decisiones del alcalde al respecto, así como de que se suspendieran las clases en la escuela del pueblo, notificándoselo a la maestra.
En el siguiente pleno, del jueves 1 de abril, se cambia de alcalde y pasa a serlo Esteban Bou Cluxart; también se aprueba oficialmente que los plenos, de los domingos, pasen a celebrarse los jueves.
En la sesión del jueves 8 de abril, Bou Cluxart ya habla de epidemia de viruela en el pleno.
Se aprueba, de acuerdo con el inspector municipal, que se pusiera aquella misma tarde la vacuna a todas las personas que se presentaran voluntariamente para ello, pues ya se había avisado al vecindario.
En la siguiente sesión, del 15 de abril, aún se habla de que por la tarde se pondrían vacunas a la población que aún no la había recibido.
En plenos posteriores, ya no se vuelve a hablar del tema. Suponemos que el problema quedó solucionado gracias a la vacunación masiva.
Aquel año sólo consta una persona muerta por viruela en Castelldefels, Baltasar Pascual Fortuny, de 50 años.
“Paludismo”o “malaria” son dos nombres diferentes para el mismo mal. Es una enfermedad producida por unos protozoos parásitos que se transmiten a los seres humanos por la picadura de las hembras del mosquito Anopheles. Hay vacunas en desarrollo, pero no hay ninguna disponible aún que sea totalmente eficaz.
Fue un mal endémico en Castelldefels durante varios siglos. Las marismas entre la ciudad y el mar fueron la causa de la proliferación de la enfermedad durante siglos, así como las acequias y corredoras que cruzaban los campos y la ciudad, sin estar debidamente saneadas y con aguas estancadas.
Hay abundantes testimonios de ello a lo largo de la historia.
El miedo estaba a flor de piel, según vemos en dos actas de plenos de 1918. Dadas unas inundaciones, en el del 17 de marzo se requirió a los propietarios, y a otras entidades públicas y privadas, que se hiciera lo posible para achicar las aguas y facilitar la llegada de las mismas al mar “ya que de continuar el agua encharcada podrían sobrevenir las calenturas fatídicas de que tan perjudicada es esta comarca”.
El 23 de junio se recordaba la necesidad, ante la llegada del verano, de que los propietarios limpiaran las acequias y correderas “a fin de evitar las calenturas y otras enfermedades producidas por las miasmas que despiden las aguas encharcadas y putrefactas desde el 1 de julio al 10 de agosto, avisándose de que pasado el plazo, de no estar limpias las acequias, pasaría una brigada a sanearlas por cuenta de los propietarios”; se notificaba también a los ayuntamientos de Gavà, Viladecans y Sant Climent, para que avisaran a los propietarios de tierras en Castelldefels que residieran allí.
Tres años más tarde, el jueves 13 de abril de 1922, el tema del paludismo volvió a ser tratado en un pleno del ayuntamiento, en referencia a un escrito de la Mancomunidad de Cataluña en la que se hablaba de tratar de acabar con la enfermedad en la comarca con políticas de saneamiento preventivo y también de la cantidad de dinero con la que el ayuntamiento debía contribuir al esfuerzo conjunto de los municipios de la zona. La cifra que se indicaba se consideró excesiva por los representantes municipales. La comparaban con la que pagaban otros pueblos.
Ello motivó viajes a Barcelona para tratar la cuestión y la visita, el 1 de mayo, del alcalde de El Prat de Llobregat acompañado del responsable de los trabajos de extinción del mosquito.
Finalmente se acordó, el 4 de mayo, pagar una cantidad que estaría entre las 500 y 1000 pesetas (entre 3 y 6 euros).
En el pleno del 18 de mayo, el alcalde Esteban Bou comunicó que se había recibido una carta del Gobernador Civil de la provincia de Barcelona sobre la campaña antipalúdica y que se le había contestado.
Se le informó de la orden dada a los propietarios interesados -debían limpiar las acequias de sus fincas- y de aprobación , por parte del ayuntamiento, de un presupuesto extraordinario para hacer frente a los gastos de dicha campaña.
El gasto sería sufragado, al menos en parte, por reparto vecinal entre los propietarios del término.
Incluso se constituyó una Junta de Saneamiento con los vecinos para la vigilancia de los trabajos, según se aprobó en el pleno de 27 de julio.
A mediados de agosto, el ayuntamiento aún no había pagado su parte. Al ser requerido para ello, aprobó, en pleno del 17 de agosto, hacerlo una vez se aprobara oficialmente la cantidad que debía satisfacer Castelldefels.
Sin hablar del paludismo en sí, temas muy relacionados con el control de los mosquitos, como la limpieza y saneamiento de las acequias, se tratarían en plenos posteriores.
Los trabajos de limpieza por una brigada continuaban el 21 de septiembre, y los propietarios iban pagando poco a poco lo que adeudaban.
Años más tarde, en el pleno del 31 de julio de 1925, se habla de un proyecto de saneamiento y desecación del Baix Llobregat, que abarcaba los cuatro municipios costeros de la comarca, más el de Sant Boi.
En lo que afectaba a Castelldefels era obra de Ramón Gimeno Cernuda (aunque tal vez el proyecto en su conjunto fuera de Puig y Boada).
El proyecto, por lo que indicaba sobre el riego y sobre el saneamiento, fue muy criticado en el ayuntamiento de Castelldefels, que estimaba mejor uno previo y, de finales del XIX -1890-, trazado por García Faria y que éste había cedido gratuitamente. Lo mismo se volvió a pedir en el pleno del 31 de julio de 1925.
Éste fue el que, finalmente, apoyó el equipo de gobierno municipal.
No hemos visto ningún certificado de defunción por paludismo.
¿Qué pasó luego con estas enfermedades?
Las dos primeras han desaparecido, de alguna manera.
La llamada gripe española, en primer lugar, por estar al final muchísima gente inmunizada. También porque, como suele suceder, se propaga mejor la versión de los virus menos virulenta.
Ésta deja llevar una vida más o menos normal,o más larga, a las personas infectadas; así se puede contagiar más fácilmente que las variantes más letales y rápidas en su actuación.
De hecho, el virus de la gripe de 2009 que se propagó por el mundo, era de su misma familia (H1N1), y fue muchísimo menos letal.
La viruela, por su parte,se ha erradicado por completo del planeta gracias a la investigación científica y a los adelantos técnicos: mejoraron las vacunas necesarias y las terapias; se hicieron políticas de prevención.
Sólo una de ellas, la malaria, sigue activa (y mucho), posiblemente por afectar principalmente a personas que viven en países, principalmente en el África subsahariana, con pocos recursos económicos para mejorar su saneamiento y sus políticas de prevención, así como para financiar la investigación para encontrar la vacuna adecuada y terapias para tratarla.
Sí ha sido erradicada ya de Europa, donde sólo se dan casos en la actualidad de forma puntual, lo que demuestra que con las políticas solidarias adecuadas, millones de personas podían salvarse cada año de ser infectadas y de morir a causa de esta enfermedad.
De las tres enfermedades, sólo pervive el paludismo en amplias zonas del mundo, debido a sus problemas de saneamiento de las aguas y a la falta aún de vacunas.
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