Paul Wirta y Carl Bellows en diciembre de 1938, ya en los EEUU |
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Grafito de Wirta en la Iglesia del castillo de Castelldefels (R. Josa) |
Su estancia se prolongó hasta finales de noviembre o inicios de diciembre, dándole tiempo para inscribir su nombre, el de su ciudad y el del estado de los EEUU en la que ésta está en dos lugares diferentes de las las paredes de la capilla del castillo, para dejar, al igual que con sus pinturas hizo allí otra mucha gente, memoria de su estancia.
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Otro grafito de Wirta en la Iglesia del castillo de Castelldefels (R. Josa) |
Una semana más tarde ya estaba en su ciudad, donde el 28 de diciembre pudo hacer con otros antiguos brigadistas, como Carl Bellows o Harvey Boyer, declaraciones a la prensa sobre su experiencia en la guerra española, en las que declararon no estar seguros de estar contentos por haber vuelto y haber dejado la guerra. Su vida no fue sencilla tras su vuelta, como tampoco la de la mayor parte de los que regresó, pese a continuar con su trabajo en la marina mercante. Como a muchos otros brigadistas, casi veinte años después de su retorno a su país –en 1957– aún era investigado por el Comité de Actividades Antiamericanas (House Un-American Activities Committee)por sus posibles relaciones con la Unión Soviética y con el comunismo
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