MIL AÑOS DE HISTORIA...


Hacia el año 800, el rey franco Carlomagno creaba en el norte de la península Ibérica la que el tiempo ha conocido como la Marca Hispánica, nombre de unos territorios y condados, como el de Barcelona, creados para procurar la defensa del sur de los Pirineos de las incursiones de tropas del Califato de Córdoba.


Con el paso del tiempo disminuyó el poder franco y así, a la muerte en el año 897 de Guifré I de Barcelona, llamado “el Velloso” [en castellano conocido como Wifredo] éste ya pudo nombrar a sus hijos como sus sucesores, sin intervención del rey (así quedó la cosa tras el Concilio de Troyes del año 878).

La frontera sur estaba entonces entre los ríos Llobregat, Cardener y Segre. Sus hijos y nietos ampliaron sus territorios, entre abundantes luchas. En el siglo X, Castelldefels y el Garraf eran casi tierra de frontera primero con el Emirato de Córdoba y después con el Califato de Córdoba de Alhaken II (929 dC.). Los condes de Barcelona trataron de asegurar la zona a través del establecimiento de población y de una red de defensas que iban desde sencillas torres de vigía hasta castillos, al frente de los cuales colocaban nobles de su confianza.
Así, los condes Miró I y Borrell II mandaron reconstruir el castillo de Eramprunyà (Gavà) hacia el año 957 y encomendaron poco después al abad del monasterio de Sant Cugat la organización de lo que en el futuro sería la ciudad de Castelldefels, cuyo nombre encontramos escrito en aquella época de diversas formas: Castello de Felix, Castrum Felix, Castello de Feles o Castrum fidelis.

El primer Castillo de castelldefels y su iglesia se construirían probablemente hacia el 967.

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